INTRODUCCION A LA HISTORIA DEL ARTE
El escultor trabajaba en un taller inmenso, rodeado de niños. Todos los niños del barrio son sus
amigos.
Un buen día la alcaldía le encargo un gran caballo para una plaza de la ciudad. Un camión trajo al
taller el bloque gigante de granito. El escultor empezó a trabajarlo, subido a una escalera, a golpes
de martillo y cincel. Los niños lo miraban hacer.
Entonces los niños partieron de vacaciones, rumbo a las montañas o el mar.
Cuando regresaron, el escultor les mostró el caballo terminado.
Y uno de los niños, con los ojos muy abiertos, le preguntó:
-Pero...¿Como sabías que adentro de aquella piedra había un caballo?
EL ORIGEN DEL MUNDO
Hacía pocos años que había terminado la guerra de España y la cruz y la espada reinaban sobre
las ruinas de la República. Uno de los vencidos, un obrero anarquista, recién salido de la cárcel,
buscaba trabajo. En vano revolvía cielo y tierra. No había trabajo para un rojo. Todos le ponían
mala cara, se encogían de hombros o le daban la espalda. Con nadie se entendía, nadie lo escu-
chaba. El vino era el único amigo que le quedaba. Por las noches, ante los platos vacíos, sopor-
taba sin decir nada los reproches de su esposa beata, mujer de misa diaria, mientras el hijo, un
niño pequeño le recitaba el catecismo.
Mucho tiempo después, Josep Verdura, el hijo de aquel obrero maldito, me lo contó. Me lo con-
tó en Barcelona, cuando yo llegué al exilio. Me lo contó: el era un niño desesperado que quería
salvar a su padre de la condenación eterna y el muy ateo, el muy tozudo, no entendía razones.
-Pero papá- le dijo Josep, llorando. Si Dios no existe quién hizo el mundo?
-Tonto- dijo el obrero, cabizbajo, casi en secreto -Tonto- Al mundo lo hicimos nosotros, los
albañiles.
LA BUROCRACIA
Sixto Martinez cumplió el servicio militar en un cuartel de Sevilla. En medio del patio de ese
cuartel, había un banquito. Junto al banquito un soldado hacía guardia.. Nadie sabía por que se
hacía la guardia del banquito. La guardia se hacía por que se hacía, noche y día, todas las noches,
todos los días y de generación en generación los oficiales transmitían la orden y los soldados la
obedecían. Nadie nunca dudó, nadie nunca preguntó. Si así se hacía, y siempre se había hecho,
por algo sería.
Y así siguió siendo hasta que alguien, no sé que general o coronel, quiso conocer la orden orginal.
Hubo que revolver a fondo los archivos. Y después de mucho hurgar, se supo. Hacia treinta y un años, dos meses y cuatro días, un oficial había mandado montar guardia junto al banquito, que
estaba recién pintado, para que a nadie se le ocurriera sentarse sobre la pintura fresca.
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Me encantó el de la burocracia!Muy ingenioso.Y pinta muy bien el conservadurismo de las burocracias.
ResponderEliminarEl de la burocracia me remite a La lotería, nadie recuerda x qué se hace pero siguen haciéndolo igual x más que les pese.
ResponderEliminarMe gustaron todos.
ResponderEliminarEl artista y la asombrada inocencia del niño.
El hijo del obrero rojo, ese hijo que fue director de una editorial y que paso por la cárcel por pertenecer al FLP en épocas franquistas, entendió a su padre.
La burocracia, necesaria para administrar, pero también ridícula y malvada.